Traducido del inglés por Raúl Lino Villanueva.
Una rara entrevista
con el cineasta estadounidense Terrence Malick , realizada el 11 de mayo 1979.
El siguiente extracto fue tomado del excelente terrencemalick.org:
Fue en Austin, Texas,
que tuve la idea de Days of Heaven. Me
encontraba solo durante un verano en la ciudad que había dejado cuando yo era
un estudiante de secundaria. Estaban los prados, colinas onduladas, y el hermoso
río Colorado. El lugar estaba inspirador. Era inspirador, y la película me vino
toda de un tiro.
No me había gustado
trabajar en tiempo de cosecha, pero tengo un muy buen recuerdo de ella, del
trigo, y las idas y venidas en los campos, y de todas las personas que conocí.
En su mayoría eran delincuentes de poca monta que se encontraban en camino a
Phoenix, Arizona y Las Vegas durante el resto del año.
Al igual que los de la
película, no se trataba de gente de la tierra, sino los habitantes urbanos que
habían abandonado su ciudad, sus fábricas. En lugar de delincuentes, sería más
justo decir que vivían en los márgenes de la delincuencia, alimentados por las
esperanzas esquivas. En un momento de la película, los que trabajaban durante las
estaciones odiaban su trabajo y los agricultores no confiaban en ellos. No
podían tocar la maquinaria: si algo se rompía, tenía que señalar elevando su
sombrero en un palo. Para distinguirse, ellos siempre estaban poniendo sus
mejores ropas. Me había dado cuenta que era yo mismo cuando era un adolescente.
Los agricultores estaban trayendo - y esto sigue siendo cierto - un pedazo
de su patria y de nuevos horizontes. Y los agricultores se sentaban a escuchar
- encantados - la historia de estos trabajadores. Ya los agricultores eran casi
nada más que hombres de negocios y sentían nostalgia de aquellos días de antaño
donde se encontraban a sí mismos guardianes de sus riquezas terrenales. Los
trabajadores y los agricultores estaban encarnando personas cuyas esperanzas
estaban siendo destruidas, algunos más que otros, por la opulencia o la pobreza.
Todos estaban llenos de deseos, sueños y apetitos, que espero esté impregnado en la
película. Para estas personas, la felicidad viene y va, son momentos fugaces.
¿Por qué? Ellos no lo saben, al igual que ellos no saben cómo alcanzar la
felicidad. Si ven ante ellos otra estación, otra cosecha, se sienten incapaces
de construir una vida.
Aunque esto es
familiar para un europeo, puede parecer desconcertante para los
estadounidenses. Los estadounidenses se sienten con derecho a la felicidad, y
una vez que logran encontrarla, se sienten como si les perteneciera. Si se les
priva de ella, se sienten engañados. Si ellos sienten que se les ha quitado, se
imaginan que han hecho algo mal. Esta culpa la he sentido en todos los que he
conocido. Es un poco como una canción de Dylan: han celebrado el mundo en sus
manos y dejado que se les escape de las manos.
En cuanto al título,
es una sensación de que existe un lugar que está a nuestro alcance y en el que
estarán a salvo. Es un lugar donde una casa no va a reposar en la arena, en la
que uno no se convertirá más loco luchando una y otra vez contra lo imposible.