Era
setiembre u octubre de 1998. Vivía en Ginebra. Por toda la ciudad había
publicidad de la película Salvar al
soldado Ryan. La maquinaria hollywoodense puesta en marcha siempre es
impresionante. Hasta en los baños públicos veías el afiche. Todos esos nombres
de stars, productores y estudio asociados a un director muy conocido. Siempre me
pregunté (me pregunto): “¿Hasta qué punto
estos gringos nos toman por tontos?”. Fui a verla. Fui un tonto más. Muchos
cineastas creen que lograr lágrimas de la gente es darle una emoción. Nada más
falso.
Meses
después, a finales de febrero de 1999, otra vez la maquinaria hollywoodense
estaba en “pie de guerra”. Otra vez la invasión: stars, productores, un gran estudio
hollywoodense…pero el director me era desconocido. La delgada línea roja, de un tal Terrence Malick, anunciaba su
estreno… “¿Hasta qué punto estos gringos
nos toman por tontos?”. Fui a verla para convencerme. Salí de la función
tonto. Tonto porque no sabía si llorar o reír. Tonto porque por primera vez
salía de la sala de cine sin saber que pensar sobre lo que había visto. Sin
poder pensar. Intentaba recordar escenas y mi cuerpo respondía, mi estómago,
mis piernas, electricidad. Fueron emociones tras emociones durante casi tres
horas. Y era lo único que recordaba y sentía mientras caminaba de regreso a
casa mirando sólo el suelo ginebrino. Emociones. No dormí. Me pregunté toda la
noche que carajos estaba haciendo en la vida y con mi vida. Quería más. Fui a verla noche tras noche.
Doce veces más. Durante una de esas noches, la de mi cumpleaños, falleció
Stanley Kubrick. Lloré. La película salió de cartelera y me sentí muerto y huérfano,
sin Kubrick, sin más Malick.
Averigüé sobre este director desconocido para mí y encontré sólo dos películas más: Badlands y Days of Heaven. Dos obras maestras en veintiséis años! Dos obras
que me impactaron tanto por su belleza visual como por la transmisión de
emociones. Me enamoré del cine de Terrence Malick. Y la conjunción de tanta
emoción me hizo tomar una decisión muy importante en mi vida: dejar todo lo que
tenía, mi confort, mi trabajo, mis amigos, mi familia, todo, y estudiar cine. Hacer
cine. Fabricar emociones. Comenzando el siglo lo intenté en Ginebra, en la
Université de Génève, pero no me aceptaron. Más emociones. Conocí a una chica
que luego se hizo mi novia. En el 2001(!) ella se preparaba para un MBA en
París. “Ven conmigo”, me dijo, “estudia cine en París”…“Si los suizos que tienen a Godard no me han
aceptado, menos los franceses” le respondí. “Por eso mismo, inténtalo con quienes lo inventaron”. Lo intenté. Lo
logré (ella también). Ingresé a la escuela particular de cine más importante de Francia. La
E.S.E.C. Y me fui a Paris, y me preparé con los grandes…y regresé a mi país.
Gracias Europa por todo. Te dejo con tu guerra. Me voy a la mía.
Encontré
muy poco, pero muy poco material de y sobre Terrence Malick en París. Malick es más
celoso de su privacidad que el propio Kubrick, realmente, no hay muchas
entrevistas ni de él ni de sus colaboradores.
Sabe
hasta donde llega esa delgada línea…felizmente está filmando películas, una tras otra.
Leerán aquí algunas entrevistas a Terrence Malick, a sus colaboradores, actores, transcripciones, artículos destacados sobre sus películas y su verbo fílmico.
Este
blog está destinado a una muy corta vida, pero me debo el hacerlo. Se lo debo. Mucho.
Aunque parece que tienes abandonado el Blog ... por los libros que te gustan ... porque te gusta Malick ... porque eres peruano ... y porque has estudiado cine en Paris ... me gustaria saber si sigues ahi ????
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